EN UN MUNDO MEJOR (SUSANNE BIER, 2010)
Frente a un cine hollywoodiense que, en muchos casos, sólo merece ser visto tragando una buena dosis de palomitas y un lingotazo de Coca-Cola, de Europa vienen destellos inesperados del mejor séptimo arte. Es el caso de esta cinta, dirigida por la danesa Susanne Bier, quien en 2007 aspiró al Oscar con su película Después de la boda. Esta vez se llevó la estatuilla, y creo que no es para menos.
En un mundo mejor nos cuenta dos historias que terminan cruzándose. Por un lado, la historia de Christian, un chico que acaba de perder a su madre a causa de un cáncer. Christian no comprende por qué tuvo que morir su madre, y culpa a su padre por este hecho. Su impotencia le hará rebelarse de modo violento frente a las injusticias con las que se topa en su vida. Por otro lado, nos encontramos con Elias, un chico introvertido que es acosado día sí y día también en su instituto. Su padre, Anton, es un médico que atiende a refugiados en una aldea perdida de África, muchos de ellos heridos por crueles violaciones y linchamientos de la guerrilla de la zona.
Son estas historias las que sirven a Bier para elaborar una película maravillosa. En ella presenciamos escenas duras, de injusticia y violencia desgarradoras. Al mismo tiempo, la directora también da pie a la contemplación mediante bellas tomas de paisajes y naturaleza –las múltiples escenas de pájaros volando a modo de metáfora, etc.-. El ritmo de la cinta es reposado y la fotografía trasparece una gran belleza. Todos ellos son recursos que dan pie a
una profunda reflexión audiovisual en torno a temas tan nucleares como la justificación de la violencia o la necesidad de perdonar.
Cabe destacar a su vez la calidad de las interpretaciones, todas ellas a cargo de actores daneses y suecos desconocidos para el gran público, acostumbrado a otro tipo de cine. Ciertamente, En un mundo mejor nos plantea un modo de entender el cine distinto del puro entretenimiento. Un cine rico en pequeños detalles, que destila una belleza y una sensibilidad admirables.
Frente a un cine hollywoodiense que, en muchos casos, sólo merece ser visto tragando una buena dosis de palomitas y un lingotazo de Coca-Cola, de Europa vienen destellos inesperados del mejor séptimo arte. Es el caso de esta cinta, dirigida por la danesa Susanne Bier, quien en 2007 aspiró al Oscar con su película Después de la boda. Esta vez se llevó la estatuilla, y creo que no es para menos.
En un mundo mejor nos cuenta dos historias que terminan cruzándose. Por un lado, la historia de Christian, un chico que acaba de perder a su madre a causa de un cáncer. Christian no comprende por qué tuvo que morir su madre, y culpa a su padre por este hecho. Su impotencia le hará rebelarse de modo violento frente a las injusticias con las que se topa en su vida. Por otro lado, nos encontramos con Elias, un chico introvertido que es acosado día sí y día también en su instituto. Su padre, Anton, es un médico que atiende a refugiados en una aldea perdida de África, muchos de ellos heridos por crueles violaciones y linchamientos de la guerrilla de la zona.
Son estas historias las que sirven a Bier para elaborar una película maravillosa. En ella presenciamos escenas duras, de injusticia y violencia desgarradoras. Al mismo tiempo, la directora también da pie a la contemplación mediante bellas tomas de paisajes y naturaleza –las múltiples escenas de pájaros volando a modo de metáfora, etc.-. El ritmo de la cinta es reposado y la fotografía trasparece una gran belleza. Todos ellos son recursos que dan pie a
una profunda reflexión audiovisual en torno a temas tan nucleares como la justificación de la violencia o la necesidad de perdonar.
Cabe destacar a su vez la calidad de las interpretaciones, todas ellas a cargo de actores daneses y suecos desconocidos para el gran público, acostumbrado a otro tipo de cine. Ciertamente, En un mundo mejor nos plantea un modo de entender el cine distinto del puro entretenimiento. Un cine rico en pequeños detalles, que destila una belleza y una sensibilidad admirables.
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