miércoles, 30 de diciembre de 2009

Todo fluye

Todo fluye (Vasili Grossman. Galaxia Gutenberg. 288 págs.)

A caballo entre la novela de tintes psicológicos, la biografía y el ensayo, Todo fluye es una elocuente y certera síntesis de lo que fueron los treinta años del gobierno de Stalin en la extinguida Unión Soviética. Será precisamente a través de los ojos y los pensamientos de un hombre que ha pasado dichos años recluido en campos de trabajos forzados como el autor nos introduce poco a poco a esa Rusia esquizofrénica que siente la culpabilidad de haber presenciado las mayores brutalidades a las que el hombre pueda aspirar a la vez que trata de autojustificarse.

Cabe destacar la original estructura de la obra. Parece como si Grossman se hubiera propuesto hacer una radiografía de aquellos tiempos, comenzando por lo más concreto hasta llegar a lo más abstracto, lo omniabarcante. La historia arranca con la llegada de un individuo famélico y demacrado, Vasili, recién liberado del Gulag, a la desangelada y siempre gris estación de Moscú. Pronto nos vemos inmersos en las reflexiones del liberto y, de algún modo, contemplamos a través de sus ojos la más extrema Rusia soviética a pie de calle. Las vivencias de Vasili se ven pronto intercaladas con relatos fragmentarios e intermitentes de personas que también sufrieron la crueldad del totalitarismo comunista en carne propia. Una mujer deportada a Siberia por no haber acusado a su marido de traición, el recuerdo de la terrible hambruna que asoló Ucrania, el trágico final de un apóstol de la Revolución de Octubre a manos del Estado por el que él lucho… Piezas aparentemente inconexas pero que, como a través de fogonazos –deslumbrantes por su intensidad pero precisos-, nos ayudan a percibir de una forma más total las consecuencias de aquel régimen.

El estilo ensayístico hace aparición en algunos momentos de la obra. Grossman, habiendo indicado las “coordenadas de terror” en las que se movía la maldad de Stalin mediante casos concretos, salta al plano abstracto para dar pie a una sugerente reflexión que no busca únicamente criticar esas tres décadas de infamia, sino más bien esbozar los puntos flacos de un sistema que no tuvo en cuenta la variable más relevante del devenir humano: la libertad. Todo fluye es, en conclusión, una obra sincera y conmovedora que nos ayudará a profundizar en los porqués de una época que, marcada para siempre por la miseria, también reveló los tesoros más preciosos e indestructibles de la condición humana.

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