jueves, 16 de abril de 2009

Los jardines de la memoria

Los jardines de la memoria (Michel Quint. Editorial Salamandra. 96 págs.)

Con humanidad, nostalgia y cariño, Michel Quint nos susurra una historia sencilla y cercana, a la vez que extraordinaria y heroica. Un breve relato, con tintes de fábula, sobre la memoria, el humor y el sacrificio oculto. A modo de recuerdo, el narrador nos introduce a lo que fue su infancia, que, como niño que era, juzgaba vergonzante y confusa. También nos presenta a su padre, un honorable maestro de escuela que dedicaba sus ratos libres a pisotear su orgullo provocando carajadas vestido de payaso. Esta situación, aparentemente críptica y vulgar, cobra sentido una tarde en que la familia va al cine a ver una película titulada El puente. Terminada la proyección, Gaston, íntimo del maestro payaso, desvelará al protagonista la pieza que faltaba para completar el rompecabezas: los jardines de la memoria.

La prosa –directa, plástica, e incluso vulgar por momentos, tanto de la primera persona del narrador como del la historia relatada por Gaston que, acompañando al protagonista, escuchamos atónitos- transmite, a lo largo de toda la obra, una frescura e ingenuidad únicas. “Sin verdad no puede haber esperanza”, reza una de los primeros párrafos del libro. Así es. Y no es otro el fin de Gaston al descubrir, entre jarras de cerveza, esos “jardines de la memoria” a su joven oyente. Unos jardines bellos por momentos y, por otros, crueles y oscuros, que él y su padre habían cuidado y preservado de la corrupción, del silencio de la Historia. Ahora es el momento de que el joven los mantenga como una herencia preciosa y delicada que habrá de transmitir a su vez a las generaciones futuras. Los jardines de la memoria es una mirada diferente a un episodio tan escabroso para muchos franceses como fue el régimen de Vichy, una mirada que sólo anhela la verdad, para así poder conservarla como un tesoro precioso, tan difícil de ver en nuestros días.

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